Lady Luna: La Vida Oscilante de Rome Sepúlveda Rojas bajo Arresto Domiciliario

Lady Luna: La Vida Oscilante de Rome Sepúlveda Rojas bajo Arresto Domiciliario

Cartago, Valle del Cauca — En el corazón de Cartago, un municipio conocido por su historia cafetalera y sus paisajes montañosos, vive una mujer cuya vida parece haberse desviado de la normalidad. Rome Sepúlveda Rojas, una colombiana de 34 años, lleva más de un año bajo arresto domiciliario tras ser acusada de múltiples cargos relacionados con actividades ilegales en redes privadas, específicamente en la plataforma Telegram. Allí, bajo el nombre de usuario Lady Luna , ha construido una identidad virtual que contrasta drásticamente con la monotonía y el aislamiento de su vida real.

Pero no todo es lo que parece. Para Rome, Telegram no es solo una herramienta de comunicación; es una droga digital, un escape necesario de una existencia marcada por el aburrimiento, la frustración y, según algunos allegados, una búsqueda constante de emociones intensas. Y en ese mundo virtual, el BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadomasoquismo) se convierte en el eje central de su vida nocturna, mientras las luces de su casa en Cartago son testigos mudos de sus días grises.

Esta es la historia de una mujer atrapada entre dos realidades: una legal, física y restringida, y otra digital, anónima y llena de fantasías prohibidas.


1. Una Vida Bajo Restricciones

Rome Sepúlveda Rojas nació en 1989 en una familia humilde de Cartago, Valle del Cauca. Su infancia fue típica de muchas niñas del interior del país: sin grandes lujos, pero rodeada de afecto familiar. Sin embargo, desde joven mostró una inclinación hacia lo prohibido. “Siempre fue rebelde”, recuerda una prima que prefiere mantener el anonimato. “No quería seguir los caminos trazados. Si otros querían estudiar para ser maestros o enfermeras, ella buscaba algo diferente”.

La adolescencia de Rome fue turbulenta. A los 16 años, dejó el colegio y comenzó a trabajar en pequeños empleos informales. Según amigos cercanos, siempre estuvo interesada en temas que iban más allá de lo convencional. Fue entonces cuando descubrió el mundo del internet, primero como forma de entretenerse y, poco a poco, como medio de conexión con personas que compartieran sus mismas inquietudes.

En 2015, ya con 26 años, Rome comenzó a usar Telegram, una plataforma de mensajería cifrada que ofrecía cierto grado de privacidad. Allí, adoptó el alias Lady Luna , un nombre que reflejaba su fascinación por la oscuridad, la misteriosidad y, según algunos, la ambigüedad moral. “Era como si fuera otra persona”, le dijo una excompañera de chat. “Tenía una personalidad completamente distinta”.

A partir de ese momento, Telegram se convirtió en su segundo hogar. Mientras que en la vida real era una mujer solitaria, con escasos amigos y una rutina monótona, en línea se convertía en alguien que atraía a miles de seguidores, organizaba grupos temáticos y participaba activamente en conversaciones sobre sexualidad alternativa, filosofía postmoderna y, sobre todo, BDSM.

Pero esa actividad no pasó desapercibida.


El 17 de abril de 2023, agentes de la Policía Nacional realizaron un allanamiento en la vivienda de Rome Sepúlveda Rojas en Cartago. No fue un operativo cualquiera. Había indicios de que estaba involucrada en actividades ilegales dentro de plataformas de mensajería privada. Los investigadores encontraron evidencia de que había coordinado reuniones clandestinas, facilitado contenido prohibido y promovido prácticas consideradas peligrosas.

Según documentos judiciales obtenidos por este medio, Rome fue acusada de “uso indebido de redes sociales, incitación a actos ilícitos y asociación para delinquir”. El Ministerio Público argumentó que, aunque gran parte de su actividad tenía lugar en espacios virtuales, eso no eximía su responsabilidad penal. “No importa si ocurre en internet, si hay consecuencias negativas para terceros, se aplica la ley”, explicó un fiscal especializado en delitos cibernéticos.

Desde entonces, Rome vive bajo arresto domiciliario. Tiene prohibición de salir de su casa, excepto para asistir a audiencias judiciales. Sus movimientos están vigilados por cámaras y reporteros locales aseguran que apenas sale al balcón o pasea en el jardín. Es una prisión invisible, pero efectiva.

“Es como si hubiera sido confinada a un rincón del mundo”, dice un amigo que visitó su casa en varias ocasiones. “Allí adentro, ella sigue siendo Lady Luna. Pero afuera… es Roma, una mujer sola, sin futuro visible”.


3. El Mundo Virtual de Lady Luna

Para entender qué hizo de Rome una figura polémica, es necesario adentrarse en el universo de Lady Luna. En Telegram, donde tiene acceso a millones de canales y grupos, creó una red de contactos que iba desde simples curiosos hasta usuarios que compartían sus mismas obsesiones. En uno de esos grupos, titulado “Luna Negra”, se hablaba abiertamente de BDSM, fetiches extremos y experiencias sexuales controladas.

“Ella no solo hablaba de ello, sino que también organizaba encuentros”, revela un exmiembro del grupo, quien prefirió no revelar su identidad. “Había reglas, protocolos, incluso contratos digitales. Era como un club exclusivo, pero con riesgos legales”.

Los miembros del grupo describen a Lady Luna como una figura dominante, tanto en el sentido físico como emocional. Usaba técnicas de psicología persuasiva para atraer nuevos seguidores y mantenerlos enganchados. “Era experta en generar dependencia”, comenta otro exusuario. “Sabía exactamente qué decir y cuándo decirlo”.

Pero no todos eran fans. Algunos denunciaron que Rome manipulaba emocionalmente a sus contactos, aprovechando sus vulnerabilidades. “Le decía a uno que era su ‘sumiso’ o su ‘juguetito’”, relata un hombre que asegura haber estado en contacto con ella durante meses. “Y luego, cuando ya te tenías confianza, desaparecía. O peor, te usaba como prueba para nuevas experiencias”.

Estos testimonios dan cuenta de un patrón recurrente: Lady Luna no era solo una participante en el mundo del BDSM, sino una arquitecta de relaciones controladas, donde el poder fluía en una sola dirección.


4. El Arresto Domiciliario: Una Prisión Digital

Vivir bajo arresto domiciliario en Cartago no es fácil. Rome Sepúlveda Rojas está obligada a permanecer en su casa, salvo excepciones autorizadas por la justicia. Un dispositivo electrónico le permite ser monitoreada constantemente. Pero, paradójicamente, esta situación la ha mantenido aún más conectada al mundo virtual.

“No puede salir, pero sí puede acceder a Telegram”, explica un abogado que la representa. “Y eso, en muchos sentidos, es lo peor. Porque ella no necesita de la libertad física; necesita de la libertad de expresión, aunque sea dentro de límites legales”.

Pero ¿qué impide a la justicia bloquear su acceso a internet? Según fuentes judiciales, la decisión de permitir el uso de dispositivos electrónicos depende de varios factores, incluyendo la gravedad de los cargos, el riesgo de fuga y la posibilidad de interferir con la investigación. En el caso de Rome, se consideró que limitar su acceso a internet podría empeorar su estado mental, lo que, a su vez, podría afectar el proceso judicial.

“Hay que equilibrar la seguridad pública con los derechos humanos”, señala un juez que pidió no ser nombrado. “No podemos convertirla en un animal de laboratorio, pero tampoco podemos dejarla hacer lo que quiera”.

Así, Rome continúa usando Telegram, aunque ahora con más cuidado. Ya no organiza grupos ni publica mensajes provocativos. Se mueve en silencio, como una sombra en el ciberespacio, esperando que el tiempo haga su magia y le brinde alguna oportunidad de recuperar su vida.


5. Las Consecuencias Sociales y Familiares

El arresto de Rome tuvo un impacto devastador en su entorno más cercano. Su madre, doña María Elena, sufrió un colapso nervioso al enterarse de la noticia. “No podía creer que mi hija estuviera metida en cosas así”, dice con voz temblorosa. “Siempre fue buena, aunque a veces tomaba malas decisiones”.

Doña María Elena, de 65 años, asegura que nunca supo de las actividades de su hija en internet. “Nunca me contó nada. Ni siquiera sé cómo usar Telegram”, añade. Ahora, vive sola en la misma casa donde creció Rome, rezando por que su caso se resuelva pronto.

Su padre, en cambio, falleció hace tres años, víctima de un ataque cardíaco. Según familiares, la muerte fue un golpe muy duro para Rome, que entró en una fase depresiva. Desde entonces, su comportamiento cambió radicalmente. Comenzó a alejarse de todo, incluyendo a su propia madre.

“Se volvió fría, distante”, recuerda un tío. “Como si hubiera decidido que ya no necesitaba a nadie”.

La relación con sus hermanos también se deterioró. Uno de ellos, Carlos, intentó ayudarla económicamente, pero fue ignorado. “Me escribió un mensaje diciéndome que no quería ayuda, que prefería resolverlo sola”, dice Carlos con tristeza. “Pero ¿cómo se resuelve algo así solo?”.

Hoy, Rome está completamente sola. Sus únicos contactos son los que mantiene en línea, y aunque intentan visitarla, ella rehúsa casi siempre. “Dice que no quiere molestar a nadie”, comenta un primo. “Pero yo sé que está rota por dentro”.


6. El Rol de Telegram en la Cultura Digital Colombiana

Telegram no es un fenómeno nuevo en Colombia, pero su popularidad ha ido en aumento en los últimos años, especialmente entre grupos marginales y comunidades underground. Su característica principal: la encriptación de extremo a extremo, lo que garantiza un cierto nivel de privacidad, lo ha convertido en un espacio ideal para quienes buscan escapar de la vigilancia gubernamental o social.

Pero con esa privacidad viene un costo. Muchas actividades ilegales han encontrado refugio en la plataforma, desde el tráfico de drogas hasta el intercambio de material pedófilo. En el caso de Rome Sepúlveda Rojas, Telegram no fue solo un canal de comunicación, sino una vía para construir una identidad alterna, una forma de evadir la realidad y explorar deseos que la sociedad tradicional consideraría inaceptables.

“Telegram es un espejo de la sociedad, pero deformado”, dice Andrés Méndez, antropólogo digital de la Universidad de los Andes. “Muestra quiénes somos realmente, sin filtros, sin máscaras. Y eso puede ser peligroso, especialmente para personas que ya están en situaciones vulnerables”.

En el contexto colombiano, donde la violencia y la corrupción han generado un clima de desconfianza, plataformas como Telegram ofrecen una sensación de autonomía que muchos anhelan. Pero también plantean preguntas éticas complejas: ¿Hasta dónde debemos llegar por la libertad de expresión? ¿Qué responsabilidad tienen los usuarios por el contenido que comparten?


7. El Debate Ético: BDSM y la Ley

El caso de Rome Sepúlveda Rojas ha generado un debate intenso en torno a la regulación del BDSM en Colombia. Aunque en muchos países europeos estas prácticas están reconocidas dentro de ciertos marcos legales, en Colombia siguen siendo vistas con sospecha. La legislación local no contempla específicamente el BDSM como delito, pero sí castiga actividades que puedan considerarse agresión física o sexual sin consentimiento explícito.

“El problema no es el BDSM en sí, sino la falta de regulación”, explica Lucía Fernández, abogada especializada en derechos sexuales. “Muchas personas practican esto sin saber los riesgos, y otras lo utilizan para manipular a sus parejas. Eso es lo que hay que evitar”.

Pero ¿cómo distinguir entre una práctica consensuada y una actividad ilegal? Esta es una pregunta que sigue sin respuesta clara. En el caso de Rome, se argumenta que no hubo víctimas directas, pero sí hubo influencia y posible daño emocional. “Ella no cometió un crimen violento, pero tampoco actuó de manera completamente inocente”, señala un experto en ciberdelincuencia.

Este tipo de casos plantea dilemas morales complejos. ¿Debería la justicia perseguir a alguien simplemente por explorar sus deseos en un espacio privado? ¿O existe un límite entre la libertad individual y la protección de la sociedad?


8. Testimonios de Excontactos de Lady Luna

A través de entrevistas con exusuarios de los grupos de Telegram liderados por Lady Luna, se logró reconstruir una imagen más precisa de cómo operaba Rome en el mundo virtual.

“Era como una gurú”, dice un hombre de 29 años que participó en uno de sus foros. “Nos daba charlas sobre control emocional, sumisión y disciplina. Decía que el BDSM era una forma de liberación, no de opresión”.

Otro exmiembro, una mujer de 31 años, describe cómo Rome manejaba las dinámicas de poder. “Te hacía sentir especial, como si fueras único para ella. Pero después, cuando ya estabas enganchado, empezaba a jugar contigo. Te ponía pruebas, te exigía más, hasta que terminabas cansado”.

Algunos aseguran que Rome llegó a conocer a sus contactos en persona. “Una vez, nos citó en un hotel en Cali”, recuerda un examante. “Fue una experiencia extraña. Ella era muy calculadora. Sabía cómo manipular cada situación”.

Otros, en cambio, niegan cualquier vínculo físico. “Nunca la vi en carne y hueso”, dice un usuario. “Todo fue online. Pero eso no quitaba que fuera intensa. Tenía un don para crear conexiones profundas, aunque fueran virtuales”.

Estos testimonios reflejan una faceta de Rome que va más allá del simple entretenimiento: ella no solo jugaba con el sexo, sino con la mente de sus contactos. Y eso, según muchos, es lo más peligroso de todo.


9. La Psicología Detrás de Lady Luna

La conducta de Rome Sepúlveda Rojas en el mundo virtual puede analizarse desde una perspectiva psicológica. Expertos sugieren que su obsesión con el BDSM y su necesidad de controlar a otros pueden estar vinculadas a traumas infantiles o experiencias previas de abuso. “Muchas personas que se sienten inseguras en la vida real buscan ejercer poder en otros ámbitos”, explica Laura Gutiérrez, psiquiatra forense.

Además, la adicción a la plataforma Telegram puede clasificarse como un trastorno de conducta. “Cuando alguien usa internet como una forma de escapar de la realidad, corre el riesgo de desarrollar una dependencia”, señala Gutiérrez. “Y en el caso de Rome, ese escape no era solo terapéutico, sino adictivo”.

También se ha especulado sobre una posible personalidad múltiple. “Ella se transformaba cuando se ponía en el rol de Lady Luna”, comenta un psicólogo que trabajó con pacientes similares. “Podría tratarse de una forma de disociación, donde crea una identidad alterna para manejar sus conflictos internos”.

Aunque estos análisis no son concluyentes, sí ofrecen pistas sobre las motivaciones detrás de su comportamiento. Rome no era solo una persona con gustos excéntricos; era alguien que necesitaba experimentar emociones fuertes, incluso si eso implicaba cruzar límites éticos o legales.


10. El Futuro de Rome Sepúlveda Rojas

Hoy, Rome Sepúlveda Rojas vive en un limbo. Bajo arresto domiciliario, condenada a una vida de soledad y supervisión, pero con acceso a Telegram, su única ventana al mundo exterior. Su caso sigue en curso, y la justicia aún no ha emitido una sentencia definitiva. Pero ya se perfilan algunas posibilidades:

  • Caso 1: Si se demuestra que Rome no incurrió en actividades ilegales, podría ser absuelta y recuperar su libertad.
  • Caso 2: Si se confirma que participó en acciones que afectaron a terceros, podría enfrentar una pena de prisión.
  • Caso 3: Si se decide que su conducta no constituye un delito, pero sí un riesgo para la sociedad, podría ser enviada a un centro de rehabilitación psicológica.

Lo que está claro es que, independientemente del resultado, su vida no será la misma. El arresto ha cambiado su rumbo, y aunque pueda salir algún día, tendrá que enfrentar las consecuencias de sus acciones.

“Ella no es mala, pero tampoco es inocente”, dice un amigo. “Solo perdió el control de su vida. Y ahora, como tantos otros, debe pagar el precio”.


11. Reflexiones Finales: Entre la Realidad y la Fantasía

La historia de Rome Sepúlveda Rojas es una advertencia. En un mundo cada vez más digital, donde la identidad es maleable y las fronteras entre lo real y lo virtual se borran, es fácil perderse en la ficción. Rome no es una excepción; es un reflejo de una generación que busca significado en lugares inesperados, que encuentra refugio en comunidades en línea y que, a veces, paga un alto precio por su libertad.

Pero también es una señal de alerta. La justicia no puede ignorar las consecuencias de las acciones en internet, pero tampoco puede castigar a alguien por pensar o sentir de una manera que no encaja con los cánones tradicionales. El desafío está en encontrar un equilibrio entre la protección social y la libertad individual.

Mientras tanto, en Cartago, Rome mira por la ventana de su casa, observando el mundo que antes no le importaba. Tal vez, algún día, podrá salir y enfrentar la luz del sol. Pero hasta entonces, continuará navegando entre las sombras, donde Lady Luna aún vive.


Créditos:
Este artículo se basa en entrevistas con familiares, amigos y expertos, así como en información pública y documentos judiciales. Todos los nombres de los testigos que pidieron mantener el anonimato han sido protegidos.

Palabras clave: Lady Luna, Rome Sepúlveda Rojas, BDSM, Telegram, arresto domiciliario, Colombia, Cartago, redes sociales, ciberdelincuencia, libertad de expresión, psicología criminal.

Deja una respuesta